Seguramente te ha pasado alguna vez: vas a iniciar una nueva obra, tal vez un dibujo, o una escribir una historia, y te sientes completamente en blanco.
No sabes qué vas a hacer, pero tienes la certeza de que debe de ser algo increíble. Aún así, de tus manos no sale nada. La primera vez es algo molesto, la segunda es bastante frustrante, pero cuando comienza a convertirse en norma pasas a atemorizarte.
Seguro que piensas que eres al único que le pasa, y que todo es por culpa de tu bajo nivel o de lo novato que eres. Pues no, no eres al único que te pasa y no depende de tu nivel de experiencia. Todos los que se dedican a la creatividad han experimentado alguna vez miedo a iniciar un nuevo trabajo. Es un temor bien conocido para todo aquel que trabaja con la musa.
Este miedo es terrible porque es algo que te paraliza, se convierte en una dificultad inesperada que es complicada de superar. Esta parálisis facilita mucho la distracción, tu cerebro busca alejarse de ese problema al que se está enfrentado buscando tareas más sencillas. Es muy fácil detenerte un momentito a mirar Facebook, o buscar esa cosa en google que necesitabas, o revisar tu email por si ha llegado algo importante.
En tu cabeza sabes que ese trozo de papel puede dar cobijo a la mayor obra de arte de la historia, ese folio tiene un potencial ENORME y se encuentra frente a ti. Te sientes en la obligación de hacer algo grande, pero lamentablemente como he dicho antes, el papel ha acabado en tus manos y no en las de alguien mejor, y tú no eres capaz de alcanzar un nivel tan alto. Ese papel acabará teniendo un dibujo malo por tu culpa, porque no saber dibujar o escribir bien.
Saber avanzar
Irónicamente la solución para terminar con el miedo al folio es tan simple como ensuciarlo. Hay que evitar que siga estando en blanco. En dibujo, basta con hacer un círculo en cualquier lugar para imaginar que ahí va una cabeza. En escritura basta con escribir una frase aleatoria y tratar de darle sentido después. Un pequeño peldaño es suficiente para empezar a vislumbrar una escalera.
Voy a decir un tópico, pero dibujar es como construir una casa. Necesitas un plano y una base con la que trabajar y a partir de ahí comenzar a construir. La idea o la inspiración puede venir luego, y si es necesario borras o abandonas lo que estuvieses haciendo. Tal vez esbozando se te ocurra que mejor en vez de dibujar a una niña te apetece más dibujar una chica mágica, y en escritura puede que estuvieses escribiendo la travesía por el desierto de un periodista, pero te inspire para comenzar otro relato sobre una tribu nómada.
No está mal dejar un trabajo a medias si te da pie a otro trabajo aún mayor. Además, si lo guardas siempre podrás continuarlo.
Tener algo que hacer
El poder que tiene una lista de tareas suele menospreciarse porque estamos educados en que la creatividad debe de ser libre y momentánea, algo que llega y te inspira en el momento. Lamentablemente es imposible que constantemente estemos inspirados, por lo que debemos de aprender a trabajar sin la ayuda de la musa.
El simple hecho de anotar una lista de dibujos que te gustaría hacer ya ayuda mucho. Normalmente visualizas cómo quieres que sean y si lo anotas puedes evocar la idea a tu mente.
En mi caso me he hecho una pequeña lista de temáticas que siempre que te encuentres en blanco ayudan a centrarte y a querer hacer algo. Yo lo divido en cinco apartados:
- Practicar y analizar. La actividad más básica. Copiar del natural o de fotografías y analizar las formas, anatomía, composición, etc. Aquí estamos hablando de la base del aprendizaje. Como siempre, en este caso lo importante es el número y no la calidad. Así es como se aprende más.
- Diseñar personajes. Crear personajes variados, desde chicas atractivas hasta monstruos horribles. El uso de referencias es prácticamente obligatorio, y al hacerlo, podemos aprender cosas nuevas que antes no nos habíamos parado a analizar. Tal vez quieras diseñar un personaje con un báculo mágico, ¿Cómo diseño uno? Busca báculos por internet y descubre cómo le dieron solución a esa pregunta otros artista.
- Hacer FanArts. A todos les gustan los fanarts, por lo que este tipo de trabajo puede darte cierto reconocimiento. Dibujar a personajes de tus series o películas favoritas con tu propio estilo es algo que a la gente suele gustarle. Éxito asegurado. Pero cuidado, hacer FanArt puede convertirse en algo adictivo ya que no requiere tener que pararse a diseñar personajes y genera mucho feedback positivo con los demás.
- Dibujar tus personajes. Una mezcla de Diseñar Personajes y hacer FanArts, pero en esta ocasión son tus personajes, esos que te acompañan desde hace años. Es divertido dibujarlos con distintas expresiones, ropas o situaciones y aunque te sorprenda puede llegar a ser casi tan popular como hacer FanArts.
- Trabajar en un proyecto. Todo el mundo tiene un proyecto en mente. Un cómic, una serie de ilustraciones, participar en un meme. Lo que sea. Dedica tiempo a trabajar en ello. Puede que trabajar en el proyecto no requiera que 100% del tiempo se esté dibujando, pero a la larga, cuando veas como tu proyecto va avanzando te darás cuenta de que merece la pena.
Realmente el mayor problema que puedes tener es que no te sientes frente al papel. A veces por falta de ideas, motivación, o creatividad nos cuesta mucho agarrar la libreta o encender el ordenador. Vemos como es simple hecho de coger papel y lápiz se vuelve algo pesado, haciendo más apetecible seguir jugando un rato más a los videojuegos o ponerse a charlar por el móvil.
Déjame decirte que esto es veneno. Acostúmbrate a sentarte a dibujar un ratito todos los días. No importa que lo que hagas sea bueno, lo importante es adquirir el hábito de dibujar. Éste es el mejor truco que puedo ofrecerte para superarlo:
Si te enfrentas diariamente al folio en blanco, por costumbre, dejarás de temerlo.
Y tú, ¿tienes algún truco para evitar quedarte en blanco?