Párate a pensar por un momento, ¿qué es la perfección? La perfección es algo que no esta demasiado definido, es un concepto que puede cambiar dependiendo de la cultura o incluso de la persona.
Hoy en día, por ejemplo, el cuerpo femenino perfecto es el de la mujer adolescente con enorme delantera. Por otra parte, en la antigüedad lo era el de una mujer de caderas anchas, celulítica y con varios kilos de más. Y realmente estos estándares no tienen porqué coincidir con lo que considere un individuo concreto como perfecto. Como se suele decir, existen tantísimos colores para que puedas elegir el que te más guste.
La perfección es una utopía, nunca se alcanza
Desde mi punto de vista la perfección tiene dos formas. La que la persona le da (la perfección individual), y la que la sociedad le da (la perfección social).
La perfección social se crea para establecer unos ideales a los que aspirar, ejemplos a los que seguir. Si lo piensas puede ser una perfección peligrosa ya que nos dice cómo debemos ser y a lo que aspirar, y eso deberíamos decidirlo nosotros mismos.
Esta idealización nos dicta cómo han de ser las cosas. Es una perfección que limita la creatividad por que nos define el qué está aceptado y qué no. Esto se puede ver claramente en la perfección que la sociedad le da a la pintura. Los cuadros con estilos más modernos, como por ejemplo el arte abstracto, nos parecen algo que se aleja bastante de lo que entendemos como la perfección y son rápidamente tildados como «farsas«, «estafas» u «obras que podría hacer un niño«. Según como nos educa la sociedad, un cuadro perfecto debería asemejarse a los cuadros renacentistas o del barroco. Los cuadros de grandes autores como Velázquez o Rembrandt son buenos ejemplos de lo socialmente aceptado.
Por otro lado tenemos la perfección que se establece desde uno mismo. Esta perfección surge por la necesidad de marcarnos metas. Este otro concepto creo que tiene un problema, y es que normalmente asociamos la perfección como algo hecho sin ningún fallo. Decimos que cuando algo está perfecto es porque no tiene nada mal. Esto es algo que me parece tan peligroso como el concepto que da la sociedad, y es que es algo que puede llegar a convertirse en algo obsesivo, un motivo de frustraciones por culpa de no poder alcanzar “el nivel mínimo” exigido. ¿Cuántos de nosotros hemos tirado a la papeleras dibujos y dibujos porque no cumplían nuestras expectativas?
Creemos que el concepto de perfección significa que es insuperable, pero “insuperable” es sólo una opinión. Y como he dicho más arriba, las opiniones dependen de los gustos, de cada persona y del momento histórico.
La perfección es frustración
Ya sea social o personal, perseguir la perfección se convierte en una fuente constante de frustración. Nunca puedes alcanzar el nivel deseado porque hacer las cosas sin ningún fallo es sencillamente imposible. Además, por muy bien que lo hagas, el choque de conceptos entre el público hará que no todo el mundo coincida en que tu trabajo es perfecto. Todos estamos de acuerdo en que la perfección no produce disparidad de opiniones. Cuando algo es perfecto, lo es para todo el mundo.
Y es por eso que la perfección es tan frustrante, tal vez para ti una determinada canción sea insuperable, pero para otro puede ser sólo otra más del montón. Tal vez para ti el David de Miguel Ángel sea una obra Magna del Renacimiento Italiano, pero para otro puede ser sólo un musculitos con el pene pequeño.
Para mí, perseguir un concepto que sólo va a darme dolores de cabeza debería de dejar de ser una prioridad.
La perfección limita la creatividad
Piensa además que el marcar unas metas idílicas e inalcanzables, significa marcarnos una ruta fija, significa ponernos unos límites. Escucha lo estúpido que suena eso: buscamos imponernos límites. Es algo completamente opuesto a la idea de la creatividad. Romper las barreras y encontrar la libertad es lo que todos buscan cuando entran en el proceso creativo.
Por ejemplo, ¿Qué tienen esos retratos de ancianos arrugados que gusten tanto? Precisamente esto que estoy hablando. La perfección está en lugares que en principio no debería de estar. Por eso deberías de poder decidir qué es para ti la perfección y poder ignorarla cuando quieras. Por eso, antes que pretender ser perfectos deberíamos de intentar ser más creativos. Un cuadro perfecto es aquel que tiene una gran obra en él. Un cuadro creativo es el que pinta la obra en la pared y deja el lienzo en blanco.
La perfección está sobrevalorada
En resumidas cuentas, creo que se le presta demasiada importancia a alcanzar la perfección, a llegar a la meta, cuando lo verdaderamente importante en el proceso de aprendizaje, es el viaje. La importancia del viaje está en tener errores, y en aprender de ellos. Ésta es la clave para mejorar tu dibujo. Porque los humanos aprendemos cuando nos caemos, ya sea para bien o para mal.
Me parece que encontrar tu estilo y tu forma de hacer las cosas es mucho más importante que alcanzar la perfección. Sólo cuando te conoces, sólo cuando sabes cuales son tus puntos flacos, qué es lo que se te da mejor y cuáles son tus límites, es cuando puedes empezar a plantearte la utópica y frustrante búsqueda de la perfección.
Entonces ¿debo de aguantarme con mi nivel? ¿acaso es malo querer mejorar, y buscar dar lo mejor? No. No es para nada malo, y de hecho, es precisamente eso mismo lo que quiero decir. A donde hay que aspirar no es a la perfección, es a ser la mejor versión de ti mismo. Busca tu propio estilo, mejora en tus puntos débiles y no dejes de dibujar, ésa debe de ser la perfección a la que aspirar.
La perfección es aburrida
La idea de que cada vez que te sientas a dibujar es una oportunidad de aprender algo nuevo gracias a los errores que seguramente cometerás me parece un concepto mucho más emocionante que el que te suele dictar la sociedad o las expectativas. Que debas de estar constantemente pretendiendo hacerlo todo lo más fiel posible al concepto social de la perfección hace que dibujar se convierta en una tarea de lo más aburrida. La diversión de dibujar cosas imperfectas es enorme gracias a que te libras del peso de «Ningún Fallo«
Poder diseñar personajes, feos, gordos, arrugados y desproporcionados nos da una libertad y una comodidad poco conocida en otros ámbitos. Nadie le exige un dibujo perfecto a un caricaturista o a las películas de Disney, por lo que la libertad que poseen es enorme, y eso, lo hace mucho más divertido.
¿Y tú, qué es para ti la perfección?