¿Preparas o improvisas?

Soy jugador de rol desde hace muchos años, y debido a mi afición al dibujo, desarrollar, diseñar y dibujar a mis personajes se convierte en una actividad típica.

Tras una conversación con un amigo, me he planteado la duda de cuál es el mejor método para el proceso de creación de un personaje o una historia. Resulta que su forma de hacer las cosas es radicalmente distinta a como yo acostumbro a hacerlas. Mientras yo parto de una idea y unas referencias, él lo improvisa todo.

Referencias, antecedentes e inspiración

En mi forma de diseñar personajes e historias, el uso de referencias es algo esencial. Trabajo como si de una receta se tratase. Por ejemplo, si estoy creando un par de personajes con un amor imposible, buscaría algunos ingredientes en personajes similares para que me aporten suficiente inspiración. También me sentaría a recordar historias que también traten el mismo tema, e intento extraer lo importante de ellas. Luego todo lo mezclo con mis gustos personales para hacerlo aún más mío. Es esencial evitar que el resultado final resulte siendo un burdo plagio de algo preexistente, de modo que aconsejo disponer de suficientes referencias para saber si tu personaje o historia se parece demasiado a una de ellas.

Mi receta de la creatividad: Idea + Referencias + Gusto personal

Por su parte, mi amigo prefiere desarrollar a sus personajes conforme se va desarrollando la historia. Es decir, para que haya una historia de amor, antes deben de darse una serie de eventos o casualidades que conduzcan en esa dirección. Pura improvisación.

Es algo mucho más caótico y aleatorio a lo que acostumbro a hacer, pero me resultó muy interesante esa forma de hacer la cosas. 

La improvisación

Le he estado dedicando un tiempo a analizar su método creativo (me gusta analizarlo todo para aprender lo máximo de ello) para entender exactamente los beneficios de este método. La verdad es que es una forma de liberadora creatividad que te da completa autonomía. No sabes cómo se va a desarrollar la historia por lo que se parar de escribir se hace complicado.

Pero su ventaja es a la vez su desventaja, el escaso control hace que todo sea demasiado improvisado y se llene con muchos elementos innecesarios, y en ocasiones se dan pie a situaciones poco interesantes. No creo que sea la mejor forma de diseñar un personaje, y mucho menos, una historia. Algo tan caótico puede resultar válido para una partida de rol, pero para algo más «profesional« sólo lo veo como un interesante ejercicio para practicar la improvisación y la creatividad.

La característica de este método es que se basa en que comienzas con un personaje completamente plano, que no sabe lo que quiere, a donde va, ni de donde viene. ¿Porqué comenzar con un personaje tan pobre, cuando resulta tan sencillo darle una personalidad? Basta con responder tres simples preguntas, y si te esfuerzas un poco más con 20 son suficientes.

Mi amigo dice que lo bueno de esta forma es que «te encuentras de golpe con los personajes«, que «es muy emocionante ir descubriendo que realmente hay una interesante personalidad detrás de ese personaje«.

La experiencia que describe, me recuerda mucho a la de un lector o un espectador. Cuando lees un libro o ves una película, al principio no sabes nada de los personajes, pero a medida que la trama avanza, vas descubriendo sus personalidades, historias y motivaciones. Pero, en realidad, todo esto es algo que el autor debe de conocer de antemano para poder trasmitirlo al público correctamente. Desde mi punto de vista, trabajar de una forma tan improvisada es poco profesional y da la sensación de que el personaje y la historia simplemente están poco trabajados.

En un artículo anterior, Brian Kesigner decía esto:

Una imagen vale más que mil palabras. Dibujar tu personaje es una de las mejores formas de dar comienzo a esas palabras

A parte de que dibujar a tu personaje puede darte muchas pistas sobre quien es, para mí, la idea más importante que se puede sacar de las palabras de Brian es que sólo cuando te sientas a trabajar en algo, es cuando realmente avanzas en ello.

El proceso de crear es muy divertido y se puede disfrutar mucho, pero si te sientas a desarrollar al personaje en el último momento, no disfrutarás hasta el último momento. En vez de “traer los deberes hechos de casa” te pones a hacerlos “justo cuando los reclama el profesor”, y lo peor de todo es que, al final, disfrutas al hacer los deberes, pero te quedas con la sensación de que lo divertido es trabajar en el último momento.

Grandes escritores contemporáneos como George R. Martin han declarado que tienen decidido el final de sus libros desde el momento en el que los comienzan, que lo sujeto a improvisación debe de ser todos los eventos que llevan desde el inicio hasta el final. Y que los personajes deben de estar bien definidos para saber exactamente cómo reaccionarían a los eventos que el autor piensa lanzarles.

Tener unas ideas claras, marcarte un rumbo, conocer la dirección… al final lo importante es conocer a tu personaje, porque, si tú no lo conoces, ¿quién lo va a hacer entonces?